jueves, 26 de noviembre de 2015

ARTABÁN.

Artabán es un personaje ficticio protagonista del cuento navideño The Other Wise Man (El otro rey mago), escrito en 1896 por Henry van Dyke (1852  1933), teólogo presbiteriano estadounidense.
Cuenta el relato que Artabán era el cuarto Rey Mago que encaminó sus pasos hacia Occidente, siempre guiado por el fulgurante mapa celestial, en busca del niño Jesús.
El nombre "Artabán" proviene del persa y corresponde a cuatro reyes partos, así como a un hermano de Darío I y un general de Jerjes.
Sinopsis
El zigurat de Borsippa, con sus altos muros y siete pisos, era el punto de encuentro de los cuatro reyes e inicio de la travesía conjunta. Hacia allí acudía Artabán, con un diamante protector de la isla de Méroe, un pedazo de jaspe de Chipre, y un fulgurante rubí de las Sirtes como triple ofrenda al Niño Dios, cuando topó en su camino un viejo moribundo y desahuciado por bandidos: interrumpió el rey su viaje, curó sus heridas y le ofreció el diamante al viejo como capital para proseguir el camino. Llegado a Borsippa, sus compañeros de viaje habían partido.
Continuó en soledad en pos de su destino, pero arribado a Judea, no encontró ni a los Reyes ni al Redentor, sino hordas de soldados de Herodes degollando a recién nacidos: a uno de ellos, que con una mano sostenía a un niño y en la otra blandía afilada espada, ofrece el rubí destinado al Hijo de Dios a cambio de la vida del niño. En esta actitud es sorprendido: es apresado y encerrado bajo llave en el palacio de Jerusalén.
Treinta años duró el cautiverio, y fueron llegando ecos de los prodigios, consejos y promesas de un Mesías que no era sino el Rey de Reyes al que fue a adorar. Con la absolución y errando por las calles de Jerusalén, se anunció la crucifixión de Jesucristo; encamina sus pasos al Gólgota para ofrecer la adoración largamente postergada, cuando repara en un mercado en el que una hija es subastada para liquidar las deudas su padre. Artabán se apiada de ella, compra su libertad con el pedazo de jaspe, la última ofrenda que le quedaba es ofrecida y Jesucristo muere en la Cruz: tiembla la tierra, se abren los sepulcros, los muertos resucitan, se rasga el velo del templo y caen los muros. Una piedra golpea a Artabán y entre la inconsciencia y la ensoñación, se presenta una figura que le dice: “Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me curaste, me hicieron prisionero y me liberaste”. Desorientado y exhausto pregunta: “¿Cuándo hice yo esas cosas?”, y con la misma expiración recibe la respuesta: “Lo que hiciste por tus hermanos, lo hiciste por mí”. Con él se elevó a los mismos cielos que en su juventud le guiaron en pos del Destino finalmente alcanzado.

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ANATOLI VASILIEVICH LUNACHARSKI. EL HOMBRE QUE CONDENÓ A MUERTE A DIOS.

Lunacharski


Anatoli Vasilievich Lunacharski (1873-1933) político ruso y crítico literario, fue comisario del pueblo para la educación en la República Federativa de Rusia desde la Revolución rusa que termino en 1917 hasta 1929. Su carácter modernista trato de llevarlo a la educación, pero su "experimento" terminó con su expulsión del ministerio. 
Desde su juventud perteneció a círculos marxistas, y más tarde se incorporo al Partido Social Demócrata en su facción bolchevique. Apoyo a Lenin contra el Comité Central bolchevique, con quién acabaría rompiendo más tarde.
Curiosamente fue nombrado embajador en España, pero murió en París de camino a u destino. 
Pero Lunacharski, durante su etapa de comisario para Educación, cuando los bolcheviques quisieron acabar con los disidentes al ver que su sistema político no era bien visto por el resto del mundo, decidió tomar parte en tal lucha. Y lo hizo promoviendo una demanda contra el más terrible enemigo de la revolución, Dios. 
En 1918 un tribunal juzgo al acusado Dios - como si se tratara de un reo cualquier - después de estudiar muchísimas pruebas que demostraban "ser el causante de todos los males". En el juicio se le condeno a muerte.
La sentencia de muerte a Dios se cumplió. Como? Un batallón de artillería descargo sus fusiles al aire con el fin de acabar con la vida de Dios.
fusilamiento a Dios

ADIÓS AL ALMA GRANDE DE GANDHI.

             Un 2 de octubre nació Mahatma Gandhi y esto fue suficiente excusa para que la ONU declarara esta jornada de cada año como el Día Internacional de la No Violencia, una entelequia que adorna el calendario, pero que, lamentablemente, sirve para poco más. Gandhi fue asesinado el 30 de enero de 1948... qué gran incongruencia. El más destacado abanderado de la no violencia, el tipo más pacífico del mundo y el líder más escuchimizado del que se tienen noticias caía bajo las balas de un fanático.
           La mañana que precedió a su muerte, Gandhi pronunció unas proféticas palabras: "Si todos los que ahora me escucháis caminarais hacia la paz por el sendero de la no violencia, me iría de este mundo muy satisfecho, aunque muriera abatido por la violencia de los fusiles". Menuda puntería la suya, la misma que tuvo, sólo unas horas después, el hombre que le descerrajó tres tiros en el pecho cuando el líder indio se dirigía a los rezos de la tarde. Su muerte se consideró una catástrofe internacional y la condena fue unánime. Hasta la Asamblea de Naciones Unidas declaró un período de luto, y esto ha ocurrido muy pocas veces.
          Dos millones de personas acudieron a los funerales del "alma grande". Eso significa Mahatma, alma grande, y aquel pedazo de alma se hizo humo en una impresionante pira funeraria de madera de sándalo en la ciudad de Allahabad. Allí confluyen los ríos Ganges y Yamuna, y un tercero que sólo existe en la mitología hindú, el Sarasvati, una poderosa coriente de propiedades purificantes. En esa confluencia debían diluirse parte de las cenizas de Gandhi, porque otra parte aún pulula por la India en un rito de veneración que el líder jamás hubiera aceptado.
          Gandhi, aquel que nunca dejaba que muriera el sol sin que antes hubieran muerto sus rencores, desapareció hace pocos años, y con este hombre calvo y delgaducho que logró la independencia de todo un país con su voz y en taparrabos, también se fue el Mahatma. Su gran alma se quedó sin hueco en un mundo violento.

DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS.

         Menuda aventura en la que se embarcaron el 6 de septiembre de 1620 un grupo de disidentes religiosos ingleses camino de América. Eran peregrinos que no comulgaban con el anglicanismo oficial inglés y se dijeron, pues, mira, fletamos un barco y nos vamos a la otra punta del mundo, que allí sólo hay indios y no nos meterán el dedo en el ojo. El famoso buque Mayflower partió aquel día 6 de Plymouth con ciento dos colonos a bordo. Qué mareo de travesía.
         Los peregrinos del Mayflower se fueron a América en busca de riqueza y libertad, para que nadie les dijera cómo pensar ni en qué creer, lo cual no quiere decir que no fueran muy religiosos. Eran más que eso. Eran puritanos. Como al rey de Inglaterra, Jacobo I, no le gustaban, y a ellos tampoco les gustaba Inglaterra, llegaron a un acuerdo con la corona, el rey les dio permiso y se largaron con viento fresco y mar en calma. Dos meses duró la travesía, porque se metió el mal tiempo, hubo muchas averías y el pasaje tuvo que encerrarse en las bodegas, mareado perdido. Tenían muy claro que llegaban vivos o no llegaban, pero no iban a dar la vuelta. Fue un milagro, en el periplo sólo murió una persona.
           Tres mujeres se embarcaron embarazadas y una de ellas parió en el camino. Al niño, por supuesto, lo llamaron Océanus. Al final llegaron, pero no les interesaba desembarcar  en una colonia inglesa, porque estaría llena de anglicanos y acabarían teniendo el mismo problema que en Inglaterra. Continuaron hasta un lugar que John Smith, aquel que dijeron que fue el novio de Pocahontas, había bautizado como Plymouth. Qué casualidad, partieron de Playmouth, Inglaterra, y se instalaron en Playmouth, América.
          Los indios recibieron bien a los peregrinos del Mayflower, les enseñaron cómo cultivar allí la tierra y todos hicieron buenas migas. Meses después recogieron la primera cosecha, tan abundante, que montaron una juerga de tres días. Y esta fiesta fue la que dio origen al famoso y machacón Día de Acción de Gracias, ese que sale en todas las películas con la familia comiéndose un pavo.

COSTUMBRE DE LA PLEGARIA Y DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS.

Costumbre

 

La costumbre de ofrecer una plegaria antes de comer no se originó como expresión de agradecimiento por la comida que iba a ser consumida. Este sentido se le dio después, cuando nuestros remotos antepasados se convirtieron en sedentarios y se dedicaron a la agricultura. Ellos fueron quienes empezaron a orar a sus dioses pidiéndoles cosechas abundantes.




En épocas anteriores, las tribus nómadas no siempre estaban seguras de la bondad de los alimentos que encontraban. La carne se pudría rápidamente, la leche se agriaba y las setas, las bayas y los tubérculos a menudo resultaban venenosos. Puesto que aquellas gentes llevaban una existencia errante, descubrían sin cesar nuevas fuentes de alimentos y sólo podían determinar su carácter comestible mediante pruebas personales.




Comer podía resultar muy aventurado para la salud, ya que ciertos alimentos producían calambres, fiebres, náuseas e incluso la muerte. Se cree que el hombre primitivo rezaba a sus dioses, antes de comer, para evitar que la comida hallada o arrebatada a otros pudiera resultar deletérea. Esta creencia se ve reforzada por numerosos relatos posteriores, en los que pueblos de Oriente Medio y de África ofrecían sacrificios a los dioses antes de un festín, pero no como acción de gracias, sino con la intención de librarse de cualquier envenenamiento.


Más tarde, el hombre, ya conocedor de la agricultura, obtenía sus propias cosechas y criaba ganado y volatería, con lo que sabía muy bien lo que iba a comer. El alimento era más sano y seguro, y las plegarias que ofrecía antes de satisfacer su apetito tenían ya el significado con el que estamos familiarizados hoy en día.

Día de Acción de Gracias

El día de acción de gracias es fiesta oficial en Estados Unidos y Canadá, celebrada por primera vez en Nueva Inglaterra en la época colonial.
Su actual origen es probable que se encuentre en las fiestas de la cosecha, que son tradicionales en muchas partes del mundo. Tras la recogida de la primera cosecha por los colonizadores de Plymouth en 1621, el gobernador William Bradford proclamó un día de acción de gracias y oración, compartido por todos los colonizadores y nativos. En 1623, un día de ayuno y oración durante un periodo de sequía, fue cambiado a uno de acción de gracias porque la lluvia llegó durante las oraciones.
Gradualmente, se impuso en Nueva Inglaterra la costumbre de dar la acción de gracias cada año después de la cosecha.
Durante la guerra de Independencia estadounidense, el Congreso continental sugirió un día al año de acción de gracias.
Acción de Gracias